“Los animales como puentes hacia nuestra verdadera esencia”

Hay almas que llegan en forma de animal para enseñarte a abrir el corazón, leer la verdad silenciosa y recordar que la pureza existe.
— Erika Perezlindo I Almas en Metamorfosis

Desde tiempos remotos, los animales han sido guardianes silenciosos de nuestra vida. Antes de ser personas conscientes, somos seres que sienten, y ellos lo saben. En la filosofía del yoga, se describe que nuestra esencia está cubierta por cinco capas o koshas: desde lo físico hasta lo más sutil. El tercer velo, Manomaya Kosha, corresponde a la mente y las emociones, donde habitan nuestros pensamientos, creencias y percepciones. Los animales se conectan de forma natural con este plano: sienten lo que callamos, absorben tensiones y nos acompañan en el tránsito de nuestras emociones.

Aquiles, mi pequeño compañero blanco, ha sido un puente entre lo tangible y lo invisible. Con su calma y luz, ha estado a mi lado en momentos de transformación profunda. A veces, su cuerpo reflejaba mis propias cargas, como si quisiera protegerme. Con el tiempo aprendí a leer su energía, a cuidar sus chakras y a comprender que su estado es un espejo del mío.

Una vez, un libro llegó a mis manos de forma inesperada. Hablaba de los animales como maestros y sanadores, y estaba lleno de frases subrayadas por alguien que lo tuvo antes. Eran mensajes que parecían escritos para mí. Ese día entendí que el universo nos envía guías de muchas formas: una palabra, un gesto, una mirada… o un animal que decide caminar a tu lado.

Hoy sé que cada paseo, cada silencio y cada instante compartido con Aquiles es un acto de conexión profunda. Él me recuerda que no es necesario hablar para transmitir verdad, que la presencia sincera transforma y que el amor genuino es un motor de cambio.

Te invito a mirar a tu animal —o a cualquier criatura que cruce tu camino— como a un aliado que sostiene tu energía, te acompaña en tu propio viaje y te impulsa a evolucionar. Porque ellos no están aquí solo para hacernos compañía: vienen a enseñarnos a vivir con más consciencia, a cuidar lo esencial y a recordar quiénes somos.


Mi querido Aquiles, mi angel blanco.

Gracias por acompañarme!

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